Resumen.
La política exterior alemana hacia China y Rusia está determinada esencialmente por razones económicas. Si bien los principios de la política exterior alemana difieren de las estrategias rusas y chinas, la importancia de las relaciones comerciales ha permitido el diálogo, no exento de contradicciones, entre estos países. En 2005, cuando Merkel se convierte en la máxima representante del gobierno alemán, las relaciones alemanas-rusas y alemanas-chinas sufren un enfriamiento, provocado esencialmente por el discurso proocidentalista de la Canciller. A finales del primer mandato y con la crisis europea ya en curso, Alemania encuentra en el país asiático un mercado perfecto para sus exportaciones, marcando el comienzo de una etapa especial en las relaciones bilaterales. En el caso ruso, la crítica abierta al presidente Vladimir Putin y el sentimiento antiruso, promovido por los medios de comunicación alemanes, quebraron el ritmo vertiginoso de los lazos cordiales que llevaban estos países desde la reunificación. Sin embargo, la dependencia energética a Rusia ha obligado a Merkel, en más de una ocasión, a bajar el tono de su discurso a favor de la democracia.