Introducción.
El derrumbe del sistema socialista europeo ocurrido a fines de los ochenta del siglo XX, dictó la necesidad de potenciar nuevamente la integración euroccidental mediante el paso a una nueva fase: la construcción de la Unión Económica y Monetaria y el inicio de la marcha hacia la unidad política europea. Tales fueron las ideas esenciales contenidas en la iniciativa franco –alemana de abril de 1990 y de la subsiguiente cumbre europea de Dublín, que sirvieron de motor impulsor de este proceso.
Dichas propuestas fueron sometidas a un prolongado debate en las conferencias intergubernamentales convocadas al efecto en diciembre de 1990 y que culminaron un año más tarde, en diciembre de 1991, con la aprobación de los Tratados de Maastricht.